miércoles, 20 de marzo de 2013

Zhia



Nunca era tarde, ni tampoco muy temprano para el alado ser miraba desde lo alto, y se preguntaba porque los humanos se preocupaban tanto por el tiempo.

-¿Es que acaso no ven que cada cosa tiene un espacio?

-Como si tú no supieras algo de eso- dijo su compañero, quien posándose a su lado miro esos ojos vacíos de cualquier sentimiento.

Altazar no podía recordar cuando fue la última vez que vio a Zhia mostrar alguna emoción o establecer una conexión con otro ser; solo recordaba los días previos, días confusos, días llenos de melancolía.
 
-Altazar no logro entenderte. Siempre que cuestiono los sentimientos o las sensaciones mortales, me ves como si yo fuera capaz de tenerlas. ¿Es que acaso sigues con esa idea? ¿Que yo sea capaz de sentir y conectarme?...- Zhia hablaba sin mostrar ninguna deferencia a su compañero.

-...Eso son tonterías, sabes bien que la lealtad es esencial si deseamos mantener un orden. Pero eso no requiere de algún sentimiento, es una cuestión meramente práctica-
 
No importaba quien fuera, ella siempre analizaba la conveniencia de acatar o no desde el punto de la fría razón, aunque era considerada leal y le apreciaban por eso, ella no encontraba porque eso debia ser motivo de lo que ellos llamaban alegría o satisfacción.


Zhia siempre había mostrado su capacidad para sentir, para amar y soñar. Su curiosidad le había granjeado más de un lio. Era un alma hermosa siempre dispuesta a iluminar cálidamente a quienes la acompañaban; no había importado cuantas veces la lastimaran o que tan profunda fuera la herida, ella devolvía una sonrisa que en el otro generaba desconcierto y la sensación de haber sido perdonado aun sin merecerlo.

Pero todo tiene un límite y ella lo había alcanzado sin saber, la última herida dejó que sanará sin mayor cuidado, tal vez menos del que solía poner y poco a poco dejó de sentir. Al principio notó que las cosas que la rodeaban no le producían tanta emoción, no la sorprendían, no le causaban ni tan siquiera un poco de curiosidad; el vacío iba llenando su remendada esencia.


-Mi querida niña, ojala alguna vez recuperes tu brillo, aunque tu frio raciocinio no lo pueda entender, alguna vez fuiste un ser con alma. Un alma hermosa llena de vida y con un corazón capaz de...-

-shhhhh calla, la presa ha llegado y es necesario que muera esta noche. Sobre mi alma, no es necesario que lo digas de nuevo; no la necesito nunca la he necesitado, es una carga inconveniente me haría inútil
susurro y se dispuso a cumplir su misión.

El ángel vio como la bella pluma ejecutó su encargo sin mayor dificultad, era la ejecutora ecuánime, incorruptible, lógica por excelencia y también la asesina perfecta; libre de remordimientos, rencores, tristeza, enojo, pasión o deseo.