viernes, 18 de enero de 2013

El angel III - el primer encuentro



Esa mañana el pueblo bullía con la algarabía propia del día de mercado, era uno de los pocos días en que los campesinos y los nobles se veían frente a frente sin tanto aspaviento. De manera menos visible pasaba también con los cazadores y los portadores de magia.

Ameth, gran maestro cazador se sentó en la mesa donde tranquilamente Alarune y Sepher comían; Este último pidió a la niña que buscara al gato y revisara la carga de provisiones por si faltaba algo.

-Creí haberte pedido que no te presentes de esta manera frente a ella- dijo el maestro mientras servía otra cerveza y se la ofrecía al cazador.

-Sepher, gran maestro de alta magia, señor de los olmos, entrenador de siete vuelos, protector de la probabilidad…- Sepher frunció el ceño – Bien sabes que algún día la cazaré, está escrito. No entiendo porque le enseñas, es tiempo perdido, conoces su destino- dijo acariciando su daga.

Sepher miró al cazador, en sus ojos veía claramente la profecía “…la pluma negra deberá morir antes de que sus alas se desplieguen, si el orden preservarse se quiere…”. Él sabía que los textos que contenían dicha profecía estaban incompletos, pero a nadie importaba eso, solo querían matar a quien portara el poder del vuelo negro. Exterminarlos.

Alarune terminaba de asegurar las provisiones cuando percibió que alguien la miraba, algo que no era nuevo, pero lo que le intrigaba era que la mirada no tenia temor u odio. Solo una inmensa curiosidad.  Duncan, uno de los cuatro aprendices de Ameth, estaba como hechizado con la presencia de la pluma y ella se sentía atraída por la pureza de la mirada del asesino. Se acercaron y cuando estaban a punto de tocarse cada uno oyó el llamado de su señor, se separaron rápidamente pero no se olvidaron. No solo el rostro del otro quedó grabado en la memoria y corazón de cada uno, sino el sentimiento que más tarde descubrieron: amor.

lunes, 7 de enero de 2013

El ángel II - ella

Dentro de las ramas de un gran roble jugaba sin preocupaciones una pequeña aprendiz de la magia de la probabilidad, había obtenido sin mayor esfuerzo una de las varas de encanto de su maestro mientras este dormía.
-als...vers...- era lo único que se podía comprender de los versos en Lengua que repetía intentando tallar sobre el tronco un circulo de poder.

-Alarune, pequeña- dijo con suavidad Sherka el gato moteado del maestro. -Sabes que no puedes recitar un verso tan grande sin consecuencias...-
Sherka felino sabio, conocedor de los secretos de la magia en cualquiera de sus formas, compañero del maestro y el segundo tutor de Alarune ronroneaba sobre una de las ramas más bajas, mirando fijamente a la torpe aprendiz.

-Sherka, estaba tan cerca, pero tu intromisión ha hecho que pierda la concentración - replico la niña con una mueca de molestia mientras murmuraba un conjuro para regresar la vara a su lugar original; bien sabía que si el gato estaba allí, su maestro ya le debia estar buscando y lo mejor sería que no intentara esconder su travesura.

Alarune Karle Selah era huérfana, o al menos eso creía, en sus recuerdos más lejanos se veía sola en el bosque llorando y vagando hasta que encontró a Sherka, tenía cabellos negros de visos de plata por eso el Maestro le había apodado Alarune o pluma del vuelo negro, sus ojos miel cambiaban de color en ciertas situaciones  [pero de eso ella no sabía, no debía saberlo, al menos no por ahora], Karle Selah fue lo que ella exclamo al ver a Sherka y el la nombró así, aunque jamás explicó el significado de esas palabras aun cuando se le preguntara.

-Alarune Karle! habéis tomado la vara de olmo - dijo con voz de trueno

- Si maestro, pero...-

-¿Pero?, - 

La niña bajo la cabeza incapaz de encontrar una buena excusa, sabía que la vara le sería entregada en la siguiente luna si demostraba la habilidad suficiente para canalizar su magia, pero su impaciencia solo había logrado demostrar que aún le faltaba demasiado.

-Mi pequeña ave, - continuó con un tono más dulce -la impaciencia no es buen compañero de los hechiceros. Sé que deseas demostrar tus capacidades pero debes aprender la mayor de todas las magias: la paciencia. Ahora será necesario esperar dos lunas para poder probar tu habilidad y saber si eres acreedora de la vara, ahora ve y lávate iremos al pueblo por provisiones -


domingo, 6 de enero de 2013

El ángel I - la contadora de historias

Mortales debéis saber que entre todas las creaturas aladas mágicas los ángeles de níveas plumas no son los únicos que están al servicio del bien; los hay de vuelo azul como el mar, verdes como las colinas, grises como la tempestad que se anuncia su presencia, son tantos y tan variados que me tomaría más de una vida en nombrarlos y describirlos.

Pero hoy les hablaré de un tipo de ángel muy esquivo y raro aún entre su misma clase: el vuelo de la noche; seres de belleza etérea, cuyas alas del hermoso color del ébano están adornadas con brillos de plata extraídos del telar de la misma diosa luna.

Veo que me miráis como si estuviera loca, ¿un ángel de plumas negras, que no sirve al lucero caído?, "alas como las de los demonios", decís; sabed mis buenos mortales que el color de sus alas no significa que sean seres manchados por el pecado y la maldad...queréis pruebas, bien os daré una: cuando un pequeño esta en medio de una pelea de la cual desearía fuese más justa para tener cuando menos una oportunidad si su deseo es fuerte y su alma aún no conoce los intrínsecos caminos de la maldad humana, uno de estos Seres abrirá un campo de batalla neutral removiendo cualquier desventaja desleal.

No os parece suficiente, entonces les contare algunos de sus secretos y podrán entonces maravillarse como yo con tan deliciosa malicia de lo que Alarune hija de la Madre, arquera celestial compartió con esta vieja.